Malos Pensamientos no está claro qué son.
Veamos, algo como: saberlo iría de evitar el bofetón
que te darías con tu propia mano sin previo aviso
por no tener otra cara a la que agredir al comprobar la insipidez del guiso,
que engulles sin masticar,
porque no se puede comer despacio y a la vez farfullar
sobre todo si es una ensalada de glándulas y corteza
volcada al explotar sobre el plato tu cabeza
culminación del perseguido autoaccidente
que provocas como único motivo elocuente
capaz de frenar esa mente-detente-demente.
Por favor, localiza el factor indolente
obcecado en decidir con el culo
obteniendo en el mejor de los casos un resultado nulo
pues sueles confundir una rutina intelectual de acomodo
con el engorile no selectivo en tu propio lodo;
por ejemplo, al concluir: mecagoensuputamadre
y tirar una estanteria al tropezar con un cable.
Malos Pensamientos no está claro que son
pero los buenos no se aferran, se abandonan en un montón
de archivos concienciales sin valor ni forma
pues son escalera, desagüe, comodín… jamás la norma.
Un solo uso por cada idea buena,
reflexionar sobre esto quizá merecería la pena,
pero hoy mi cometido es distinto, consiste en desprenderme
de las ratas de ruido que imagino para joderme
convirtiéndome en una persona roída por la frecuencia obsesiva
de incomprender todo en una secuencia también depresiva
después de sucumbir a una rabieta empeñada en empañar la mirada
al haberme distraído y seguir sin enterarme de nada.
Es importante estar atento sin ponerse maniático:
al discurso interno, al calzado cómodo y a la dirección del humo del tabaco;
como mínimo, en aras de ser buena compañía
y no la masa informe y molesta de un alma engurruñía.
Malos Pensamientos por tanto podrían parecer las contraindicaciones
para disfrutar en un paraíso mental de justipreciaciones.
Vaya, me dedicaré por tanto a mis patrones apelmazados ablandar
aunque el sistema completo para ello tenga que desandar
no creo que sea fácil ni gratuito
pero chica, a estas alturas de glitch, me importa un pito.
Me gustaría despedirme para siempre de estos compañeros de viaje
pero de repente no sé hasta qué punto son necesarios para el andamiaje
en el proyecto de construcción del edificio
que soy yo, arquitecta del pensar por puro vicio
así pues me tendré que aceptar como una imperfecta coleguilla,
tanto en la versión brillante como en la de pacotilla.