Dueña y mascota se abrazan con taaanta fuerza en la gran noche sideral
que a mí me cuesta quedarme dormida haya ido el día bien o mal.
Dientecitos acoge el temblor temporomandibular
para así con su dueña –en un campo de estrellas cliqueantes– poder disfrutar
se aprietan y rechinan en una fiesta de contactos oclusales extremos,
mientras mi compañero de almohada me escucha masticar caramelos,
esta persona tiene una biblioteca de sonidos dentales confinada
que me describe con detalle cuando estoy recién despertada.
Anoche fueron piedras pequeñas en el recreo del colegio,
la semana pasada los huesos más diminutos de un conejo,
para este soñante el rechinamiento dentario
desvía y conforma el esquema de su paisaje visionario.
Yo jamás me he escuchado
porque cuando esto sucede estoy desdoblada del otro lado
construyendo puentes y ciudades de tensión muscular
en los que Bruxie&Dientecitos puedan celebrar.
A Dientecitos le gusta mucho un juego
en el que se desmenuza en trozos de sí mismo como un Lego.
Él por las noches cree soltarse como un puñado de arena
cuando Bruxie lo achucha para convertirlo en su propia cena.
Después yo bostezo y le grito: Ay Dientecitos, ¡qué te estás comiendo!
Qué con tanto servilismo te estamos perdiendo
sin darte cuenta de que estás dentro de un sueño parafuncional,
y aunque Bruxie fuese el más bello desastre craneomandibular,
llevas demasiado tiempo sobrepasando la tolerancia estructural del sistema
saltando sobre el masetero, rascando el periodonto… amigo, menudo tema…
Esta mañana me desperté con Os Mutantes al amanecer:
Mas as pessoas na sala de jantar, são ocupadas em nascer e morrer.
Según la biodescodificación hay creencias limitantes
que sin mayor estorbo que ellas mismas, nos encogen hasta la categoría de figurantes.
Quiero creer que puede haber algo correcto en este pensamiento
así que dialogo con mis carcomas mentales hasta su aburrimiento
Me pongo seria y pregunto: ¿Por qué apretáis nuestra mandíbula sin mí consentimiento?
¿No sería más fácil mover la lengua para articular un NO a tiempo?
¿Bajar la guardia, aceptar el ritmo, saberse preparado
para mezclar los retos y malestares que condimenten este delicioso y vital estofado?
¿Abrir la boca y no dejar obstruido un: calla, quita, continúa enamorado
mientras saboreamos al comer o besamos sobrepasando
la mugre que oxida la fuerza vital silenciando
a las bestias, malentendidos y agentes estresores
que pueden ser interpretados como pesadillas pero también como flores?
Veamos, yo tengo lo que hay que tener porque soy lo que hay que ser
para convivir en paz y armonía con lo que tiende a desaparecer,
el Cambio, la Nada, lo Libre gritando al viento
de una expresión correcta y sugerida con un elegante movimiento.
Bruxie, he venido hasta muy dentro de mí
para desde el núcleo del sueño poderte al fin decir
cosas que no sabía que sabía pero que tengo inscritas en mi código fuente
y que señalan con cariño al tercer ojo que se está abriendo en tu frente,
con él podrías ver como colaborar y soltar la misma presa
que soy yo dibujada en pequeño y entre mis propios dientes tiesa,
atrapada en una hipertensión emocional
que traduce las cosas buenas en una arquitectura bucal fatal.
Quizá por no haber sabido expresar una primera condición innegociable
acerca de lo que por mi laringe o por mi oído sea aceptable.
Pero también soy un humano con la gran capacidad de transformar
todo lo que se abalance contra mí mediante el reír o el cantar,
VISHUDDA refulgente en su azul infinito
equilibra el universo conteniendo el todo con una exhalación por mi piquito.
Bruxie, querida llamada de atención del cuerpo
a ti me dirijo con todas mis palabras en descubrimiento:
A pesar de tu existencia esta noche podré visualizar
un paseo en el que mi espíritu un cuenco de amapolas va a llevar
para a la cavidad glenoidea y a las membranas sinoviales un templado masaje dar
poniendo al músculo pterigoideo interno en la fácil coyuntura de decidir
si, ordene lo que ordene el cerebelo, vamos a preferir
calmar la atmósfera del escenario nocturno
hasta que se acostumbre y relajado mantenga esto como único turno
pues no soy yo quien por la boca tiene que sujetar
los plásticos, venenos y ondas electromagnéticas que nos van a matar.
Aunque puede que no sea cierto esto de la somatización por creencias limitantes
y todo obedezca más bien a la fisiología de los de antes
una suma genética de mutaciones y adaptaciones al medio
heredada y compartida con los familiares desdentados sin remedio,
que sean neurotransmisores y errores darwinistas
los responsables del enriquecimiento de todos los dentistas.
También existe la posibilidad de entenderlo como un castigo divino
provocado al superar las cantidades virtuosas de café, tabaco y vino
o algo proveniente del azar y la geolocalización
apretados en un cuerpo perfecto obligado a una continua contorsión.
O quizá la fuerza de un mundo invertido macerando en la oscuridad,
potencial corrosivo y monstruoso que desconoce la piedad,
algo que bien podría masticar la cara del prójimo
–desgarrar carrillos, trocear narices, absorber un ojo–
si por alguna razón insignificante
sube la mala hostia con alguien delante.
Menos mal que nos autocensuramos para ser jaulas y atrapar a los animales dentro,
fingiéndonos herbívoros pacíficos y calmados en nuestro centro,
en círculos patogénicos
donde el acumulo de tóxinas provoca reflejos mismáticos poco higiénicos
que trituran la boca de uno mismo
con tal de no ir por ahí generando ningún cataclismo.
Por mi parte soy una criatura agresiva y rencorosa
educada en el barullo nefando de la Movida, catequesis y algo de prensa rosa,
es por eso que siempre busco el mismo tipo de culpables
a los que responsabilizar cuando me siento la Reina de Todos los Males;
pero el bruxismo es transgeneracional y existe desde que hay dientes,
dando cuenta de que cualquier exposición sobre el tema informa sobre como mientes.
Se podrían defender las mil narraciones ideadas para explicar la causa
de un gesto destructivo y sin pausa
que aqueja a un alto porcentaje de la población
con independencia estadística de los tramos ideológicos que acompañan a la cuestión.
No sé si todos los bruxistas compartiremos distrés, ansiedad o agotamiento
solo me constan las 600 000 férulas que en España se ponen al año en funcionamiento.
Me abruma pensar en esa cantidad de Dientecitos
eclosionando en bocas que por las noches se callan a gritos.
A mí de momento este relato me ha servido como la gran Ocasión
de posibilitar el testimonio de una sorprendente rehabilitación
que apuesta por la magia terapéutica de algunas creencias limitantes
como la del poder de la Palabra que se da sin variantes
a lo largo de los tiempos y a través de las culturas
para establecer una correcta comunicación entre los dioses y las curas.
He creído en el efecto llamada de la Palabra Mágica que estos muñecos han precisado
con el único objetivo de mantener mi cuerpo integrado
en una unidad creencial, curativa y estética
que me permita conservar cierta salud y ludopatía hermenéutica.
Bruxie&Dientecitos son ahora mis totéms favoritos
rellenos de verdades y cosidos en el trance del más importante de los ritos
uno que me permite descansar sintiéndome bestia triunfante
en el caos de resúmenes y dudas que configuran este universo cambiante.
Buenas noches, queridos invitados
espero que también vosotros os sintáis mejor explicados,
apago la luz sonriendo y hasta mañana,
me parece que esta noche no tengo necesidad ninguna de morder mi puta cama.